[Castellano]
Un cuento corto más corto de lo habitual, espero que lo disfrutéis.
Ahora, a la hora.
Esta es la historia de una mujer que amaba a un hombre y un hombre que amaba el tiempo…
Era temprano, todavía no había amanecido. Los cuerpos sudorosos se separaron después de aquel placentero momento. Él miró la hora. Ella sonrió.
– Te quiero – dijo ella.
– Y yo a ti – respondió él.
Ella empezó a acariciarle la espalda mientras él ya se iba hacia la ducha. Tenía 7 minutos para ducharse y 22 para llegar hasta la oficina. Se había dejado un margen de 4 minutos para dedicarle a su mujer.
Cuando salió de la ducha, vestido y listo para despedirse, su mujer, desnuda, le abrazó y le susurró que tenían todavía tiempo para disfrutar un rato más. Él negó con la cabeza. Ella le agarró y le lanzó de nuevo sobre la cama. Le empezó a desabrochar los pantalones mientras él se resistía. Ella sonrió picaronamente, y le empezó a acariciar su torso por encima de la camisa. 3 minutos menos. Se lanzó sobre él y le besó. La apartó y le pidió que parara, aseguró que sólo le quedaban unos minutos de tiempo. Ella hizo caso omiso y se agachó enfrente de él. Tras unos segundos él miró el reloj. Le quedaban 34 segundos. Entonces ella, viendo que él perdía el interés, se subió encima de él dispuesta a concluir lo que había empezado. Y mientras ella gemía él sólo podía oír las agujas del reloj moverse. La agarró por el cuello y la apartó. Ella sonrió pensando que quería jugar. Entonces él presionó su cuerpo sobre el de ella y metódicamente agarró el almohadón y lo presionó junto a su cara. Todo ocurrió en unos minutos. Concretamente en 7 minutos y 13 segundos.
Llegó a trabajar un poco más tarde de lo habitual. Cuando entró en el ascensor se encontró cara a cara con su compañero de trabajo, que bromeando, le dijo:
– ¿Qué ha ocurrido? Es la primera vez en 15 años que llegas tarde ¿Estás enfermo?
– Sí – contestó él.
Entonces miró de reojo su mano derecha, donde en vez de un anillo habían dos. Junto al anillo estaba su preciado reloj. Miró la hora y miró el anillo, y entonces, sólo entonces, lloró.
Nadie supo si sus lágrimas surgieron cuando miró el anillo o si por el contrario fue al ver la hora a la que había llegado a trabajar.
Saludos,
Carles.
Cada día me sorprendes mas con tus cuentos. Un 10!!!
Muchas gracias por tu comentario!!! Espero incitarte a leer muchísimas más cosas y que sigas disfrutando cada día más.
Waw :_ me gusta como escribes.
M’ha agradat molt , noi.
Continua així.