Cuando el alma se hacía pedazos,
a cada palabra, a cada paso
cuando el alma se rasgaba,
con cada contacto prohibido.
Como un mero espectador,
observándola a ella desnuda,
ni conmigo, ni sin mí,
sino contigo, a solas.
Cuando el alma se rompía,
con cada caricia, con cada mirada,
cuando el alma lloraba,
y tú ni te enterabas.
El dolor fue tan terrible,
que olvidé cómo sentirla,
pues sin alma uno no sabe,
si la ilusión todavía respira.
Y aun así seguiré adelante,
cuando el alma, en pedacitos,
rasgada, rota y en llanto,
me sonría y me susurre, ¿Bailamos?
17/05/2010 Carles R. Arias
No soy muy de la poesía, pero me ha emocionado, será por los momentos que uno pasa… Es preciosa.